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La madurez y las motivaciones humanas
















El verano nos trae la imagen siempre viva de la madurez. ¡Otra vez aparece ante los ojos de nuestra... fantasía aquella diosa virgen cargada de frutos, la Deméter de los griegos, la Ceres entre los romanos!, la que ha perdido nombre entre nosotros, y la que, sin embargo, conserva un halo de cálidos tonos representativos de su mensaje.

Sin embargo, hoy como ayer, la madurez es un concepto pleno de encanto, del que se puede huir si se quieren evadir responsabilidades, pero que cada cual añora a su manera.
¿Qué es esa madurez?
No la podemos definir únicamente como acumulación de años. Si bien los antiguos chinos veneraban a los ancianos como poseedores de una sabiduría obtenida a través del tiempo, me temo que esos "ancianos" no eran ni más ni menos que los sabios e iniciados de todas las épocas, los "viejos" por evolución y no solo de edad.

En la época clásica, Platón nos recordaba que la vejez es señal segura de canas, pero no siempre de sabiduría. Así, entendemos que la madurez tiene algo que ver con el tiempo, pero va más allá de su simple transcurso. Tampoco podemos definir la experiencia como acumulación de acontecimientos vividos.

Es probable que la madurez esté en estrecha relación con la experiencia, pero no una experiencia acumulada sin más. ¿Intentamos, acaso, explicar la madurez como desgaste, como vida que, pasada su plenitud, comienza su decadencia? ¿Es la madurez apenas el fruto del desencanto cotidiano, de los sueños perdidos? ¡No!, no nos satisfacemos con ninguna de esas expresiones, por lo menos tal y como se plantean.

Vemos en la madurez la maravilla del tiempo, que deja regalos inapreciables a su paso; no solo nos desgasta sino que, al contrario, en la medida que transcurre, nos indica nuevos caminos y nuevas potencialidades a desarrollar.

Vemos en la madurez el reflejo positivo y sereno de la experiencia, no acumulada sino aprovechada. Lejos de "dejarse vivir", se trata de vivir concientemente cada uno de los minutos –regalos del tiempo– para extraer de ellos la enseñanza escondida.

Vemos en la madurez la sabiduría de una vida realizada, que ya no tropieza en las falsas ilusiones, pero que vibra intensamente con la sagrada ilusión de un crecimiento progresivo. Vemos, en fin, el verano, los frutos, la serenidad de la plenitud, la conciencia, la puerta invitadora para el filósofo que, incansable como las estaciones, busca el misterio de la vida.

Es evidente que el hombre es un ser social y que siempre ha buscado la compañía de sus iguales, aunque no sea más que para detestarlos después. La Historia está repleta de luchas por constituir sociedades o grupos y disolverlos luego; en cada crisis, en cada periodo de inestabilidad, sobrevienen rupturas y desencuentros que, al cabo del tiempo, se resuelven en nuevos acercamientos. Pero las sociedades no son modelos arquetípicos e inocentes donde todo se reduce a convivir llevándose mejor o peor, a compartir siendo más o menos generoso. ¡No! Las sociedades se vuelven máquinas complejas que requieren orden y concierto, un motor que las gobierne.

Y según sea ese motor, así serán las motivaciones externas que dirijan la vida de la mayoría de los componentes de ese grupo humano. En la medida en que los hombres, individualmente considerados, no son perfectos, las sociedades tampoco lo son. No suelen dar lugar a hombres justos y sabios sino, en todo caso, astutos y aprovechados. Los más astutos y aprovechados manejan con cierta habilidad las sociedades, aprenden a conocer las motivaciones humanas y las controlan mediante sistemas que condicionan las respuestas y las conductas.

Los motores sociales externos establecen unas modas y fabrican unos estímulos de los que resulta muy difícil escapar. Las motivaciones de moda Cada tiempo ha tenido las suyas y sería interesante analizar las nuestras sin llevarnos a engaño ni tampoco caer en el desánimo. ¿Qué es lo que hoy nos mueve, nos incita, nos reanima, nos estimula? Todo está condicionado a lo que "se lleva". Imagen física Si nos referimos a nuestros cuerpos, al margen de los motores reales del organismo que lo mantienen vivo, los estímulos no van dirigidos a la salud sino a la estética, con el pretexto de que la estética contribuye a la salud física y mental.

De acuerdo: nada más equilibrador que la belleza y la armonía. ¿Pero qué estética es la que hoy nos gobierna? Cuerpos delgados, por contrapartida de todos aquellos que se mueren realmente de hambre y que, a fuerza de delgados, terminan deformándose. Lo que nos maravilla son los esfuerzos tan grandes que se ponen en marcha para lograr una figura de medidas aceptables. La vida sedentaria y las comodidades conquistadas a muy alto precio, obligan, por otra parte, a practicar gimnasia o ejercicios físicos para que el cuerpo no se convierta en una masa inútil de músculos en desuso.

Otro gran estímulo es parecer joven a toda edad, y recalcamos el "parecer", pues "ser" joven es cosa bien diferente. No se busca un espíritu activo, capaz de enfrentar constantemente nuevos retos y aventuras con energía interior y entusiasmo; lo que preocupa es no mostrar arrugas, canas ni flaccideces. Hay que vencer al tiempo para seguir gozando de una juventud que, por otra parte, no sabe cómo gozar ni cómo ocupar sus horas. Imagen social Cada día se agregan palabras de uno u otro idioma para reflejar esas necesidades artificiales que se han convertido en los últimos estímulos valorables.

Hoy se oye hablar mucho de "estatus", la posición que ocupamos en la sociedad, la imagen que ofrecemos a los demás. El estatus incluye, entre otras cosas y con ligeras variantes, un barniz de cultura como para poder hablar durante unos minutos de cualquier cuestión sin tener que saber gran cosa de nada en particular. Además, requiere una vivienda digna, es decir, con los últimos adelantos técnicos en electrodomésticos,aparatos audiovisuales y telefónicos, muebles de estilo, etc.; y si puede tener otra casa sólo para el verano, mejor.

El trabajo no ha de ser un trabajo cualquiera, sino un puesto de prestigio, aunque no sirva para nada. Los estudios se hacen porque la universidad otorga un "lustre" del que no se puede prescindir, independientemente de las vocaciones y de las posibilidades prácticas de rendimiento. Y hace falta dinero, mucho dinero... Hay que acumular riquezas aunque no se aprovechen porque, hoy por hoy, la riqueza es sinónimo de poder.

Por el estatus en sus diversos aspectos la gente se mueve, pelea, llora, sufre, se desangra y extrae energías de donde no las tiene. Es, pues, un motor muy fuerte, pero ¿para qué? Esos valores inestables caen con la misma rapidez de una ráfaga de viento, y las motivaciones iniciales se quedan en un vacío desaliento. Motivaciones psicológicas Casi todas lo son, aun las que se expresan a través del cuerpo, del estatus social, de la moral vigente o de las ideas en auge.

La motivación psicológica fundamental es la de ser aceptado por los demás, poder integrarse ya no en la sociedad, sino en esa magia de nuevos ritos, fórmulas y exigencias. No contar con el beneplácito exterior es formar parte de los "marginados", que los hay, muchos más de los que aparecen en los medios de comunicación por problemas de drogas, delitos o diferencias raciales. Basta con no acogerse a las reglas del juego de moda o no llegar a su altura para ser un marginado, un hombre de a pie... Los motivos profundos de la psiquis quedan distorsionados por esta manipulación generalizada de nuestro "mundo civilizado".

El amor, la amistad, la sinceridad, el honor, la autoestima y otros tantos sentimientos que hacen la naturaleza humana se ahogan, se disfrazan, se opacan o se mueren antes de haber nacido. Queda como artículo principal de consumo el sexo que, agotado en sus estímulos naturales, necesita de apoyos publicitarios cada vez más repugnantes y de una prolífica red telefónica y de anuncios para llenar la "soledad" con fantasías absurdas, las únicas que por lo visto devuelven la calidad sexual a hombres y mujeres extenuados psíquicamente.

Queda el ser, como se pueda, el más grande y el mejor, no por un sano espíritu de superación, sino por seguir las pautas de una loca competencia de valores invertidos. La moral y el espíritu Como en los ejemplos anteriores, estos aspectos de la vida no responden a motivaciones interiores, meditadas, profundas. El móvil que rige en este campo, como en todos los demás, es cumplir con las apariencias y las modas. La moral se atiene a usos y costumbres de las épocas, épocas que son cada vez más inestables en sus propuestas. Lo que hoy es bueno puede ser malo mañana o esta tarde, o viceversa.

Expertos eruditos discuten a diario sobre lo que está o no está bien, pero el evidente desacuerdo entre los eruditos, y el más evidente desacuerdo entre las Iglesias constituidas y las sociedades formales, sumen a los hombres en una perpetua perplejidad. ¿Qué hacer para aparentar lo que debo aparentar? El espíritu es un reducto peligroso: se puede aceptarlo o negarlo con igual fuerza; se puede argumentar a favor o en contra de su existencia. Lo que no queda es tiempo ni ocasión de experimentarlo y de vivirlo. De ahí los que lo niegan, o los que lo relegan para dedicarle atención en un mañana que nunca llega.

¿La religión? Una obligación social o un pretexto para el fanatismo desatado, salvo las honrosas excepciones de los que no participan del juego de las conveniencias. Es que la mayoría de las Iglesias no se dedican a alimentar el alma de sus fieles, sino a plegarse a los lineamientos sociales y políticos de turno... Las ideas Ante todo, pensar no está de moda. Lo que cunde es creer que se piensa y dejarse arrastrar por un océano infinito de ideas preconcebidas y astutamente presentadas con visos de autenticidad. Si lo que me dan es auténtico, ¿a qué perder tiempo en pensar cuando lo tengo todo resuelto? En realidad, no existen ideas motivadoras, sino palabras que se vacían y se llenan de contenidos según los diferentes momentos y los diferentes intereses.

Esas palabras son los estímulos: aprueban o rechazan, crean satisfacción y temor, las hay aceptadas y las hay prohibidas. Pero son palabras, no ideas, palabras que, precisamente, embotan las ideas y la facultad de pensar. ¡Alabemos las palabras de moda! ¡Anatematicemos las que han sido inculpadas! Formemos un léxico especial hasta llegar a aburrirnos de sonidos vacíos de sentido y nos encontremos desesperados sin saber quiénes somos, qué queremos ni cómo vamos a conseguirlo. Así surge la apatía como reacción generalizada ante un conjunto exagerado de estímulos que han agotado las posibilidades normales de respuesta.

Hasta los niños se vuelven apáticos y solo se satisfacen en la fantasía violenta de la televisión; no se preparan para la convivencia, sino a duras penas para la supervivencia. Los jóvenes suelen malgastar los mejores años de sus vidas embotándose con alcohol y drogas para llenar las horas vacías que no saben cómo emplear y los sueños muertos que no saben cómo reemplazar. Los adultos creen en muy pocas cosas; siempre están a la defensiva de trampas, mentiras y engaños que presienten instintivamente; ya no les motivan ni el montaje político ni las elecciones, ni los prometidos aumentos de sueldos ni los impuestos, ni las huelgas ni las manifestaciones, ni las guerras ni los clamores de paz.

En todo caso, empiezan a soñar con vivir en paz como buenamente puedan. "La publicidad", que no la propaganda, ha colmado con triquiñuelas, repeticiones y engaños más o menos solapados la capacidad de reacción de la gente. Se publicitan las cosas más inverosímiles y se propagan chismes e historias truculentas para enardecer el morbo sensacionalista.

Hay miedo, tanto como hay miedo a las ideas y a las ideologías. Es preferible plantear la muerte de la Historia, lo que es decir la muerte de las ideologías, antes que permitir que vuelva a nacer algo nuevo y auténticamente válido. Otras motivaciones Así las cosas, el verdadero motor del hombre está inmóvil y no porque se haya convertido en un dios. La Humanidad se mueve desde afuera y si le llegaran a fallar esos estímulos exteriores (cosa que ya empieza a suceder) se quedaría estática y desorientada. Pero aun eso sería preferible al actual estado de cosas. Puede ser que ese estatismo le permitiese un respiro para reconocer los móviles internos que todos tenemos a disposición; puede que la desorientación nos obligue a aguzar los ojos del alma en busca de una salida para este laberinto.

No es tan difícil como lo pintan; en todo caso, es largo y laborioso, pero al mismo tiempo maravilloso y edificante. Necesita de una educación adecuada, de unos principios y unos fines claros para regir la vida, y de una auténtica libertad sin miedo para expresar la naturaleza más noble del ser humano: Su condición inteligente, que lo hace capaz de elegir, de determinarse, de aceptar éxitos y fracasos y de aspirar a una meta de superación que le devuelva la dimensión espiritual hoy ahogada en la tormenta. Los viejos filósofos –y algunos no tan viejos– que hoy no están de moda, los que supieron buscar la armonía entre las leyes universales y las terrestres, señalaron caminos interesantes para los hombres de todos los tiempos. Por eso no están de moda: porque ellos enseñaron a moverse desde adentro y a vivir eternamente con ese motor, que es similar al que hace girar las estrellas y los mundos.

Todo es cuestión de reencontrar nuestras verdaderas motivaciones: buscarnos a nosotros mismos, encontrar a los que nos dijeron cómo encontrarnos, motivos en busca del equilibrio y equilibrarnos porque ansiamos evolucionar. Es cuestión de ser hombre. Hay suficientes motivaciones como para llenar una y varias tras las huellas de la perfección.

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Conciencia


A veces para estar en paz con nosotros mismos.
Requerimos la aprobación de nuestra conciencia.

Pero, cuidado, no llamemos conciencia a los simples apetitos, a las dudas sin respuesta, a las debilidades, a la sinrazón. Para que la conciencia pueda hablarnos y señalarnos lo que es conveniente o no, antes debe despertar como tal conciencia. Antes uno debe haberse cultivado en el desarrollo de la fortaleza moral, del discernimiento, de la catarsis de los sentimientos.

Debe haber actuado y haberse equivocado sin miedo a reconocer los errores, sin miedo a rectificar lo que no es válido. Debe haber pasado por muchas pruebas para reconocer esa voz interior como algo íntimo, estable, consustanciado con su verdadero ser, voz que no se altera con el clima de las pasiones ni de las modalidades cambiantes.

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Pensamiento


No se deshacen las tinieblas a manotazos, sino trayendo la luz. Tampoco se deshace el error combatiendo cuerpo a cuerpo con él, sino difundiendo la verdad, sin necesidad de atacar el error

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El Tesoro de cada dia


Algunos días exhiben un sol brillante. Otros días llueve suavemente.

Cada día tiene su tesoro propio y especial para ofrecer. Cada día
trae una oportunidad fresca y nueva por vivir.

Algunos días traerán novedades desagradables, y otros ofrecerán
alborozadas celebraciones. Cada día, a su manera propia y
especial, aporta a la riqueza global de la vida.

Toma lo que este día trae consigo y desafíate a ver y vivir su valor
único, propio y especial. Porque no importa qué tipo de día este
pueda ser, lo más probable es que su valor esté allí, al alcance
de la mano.

Una vida robusta y elástica a la vez se construye aprovechando
el máximo de todos y cada uno de sus días. Hay algo en cada
uno de ellos que, puedes tener la más absoluta de las certezas,
te fortalecerá, te hará más sabio y te llevará a vivir de una
manera más plena.

Con amor y cuidado y una verdadera gratitud, vive el tesoro que
representa cada día. Haciéndolo crearás una vida maravillosa y
plena de sentido.


Gabriel Sandler

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Las señales de la vida


A menudo pedimos algún indicio para saber qué hacer en nuestra vida, qué dirección seguir, o alguna muestra conforme nuestra situación se encuentra en el lugar adecuado.

Dudamos ante situaciones que nos gustaría que fuesen y no están siendo. Nos preguntamos qué hacer ante lo que nos sucede o por conseguir algo muy deseado.

Todas nuestras demandas expresadas en voz alta al universo y manifestadas con toda la fuerza de nuestro corazón, son escuchadas y atendidas.

Una vez manifestada nuestra intencionalidad, hemos de continuar viviendo nuestro día a día y estar atentos a todo aquello que nos pueda llegar de diferentes fuentes que puedan estar relacionado con nuestro propósito.

Cuando más haya despertado el ser humano su conciencia espiritual, más se dará cuenta de lo que está atrayendo.

Cuanto más deseo tenga de aquello que anhela, con más fuerza atraerá y verá como el universo le dará como consecuencia de su manifestación en voz alta.

Ábrete y date cuenta de lo mucho que la vida te da. Abre tu mente y tu corazón para saber que aquello que te llega está relacionado con lo que has pedido.

No se te da porque sí, señales equivocadas, ¡no! Lo que recibes es el camino a seguir y la decisión a tomar, porque en el fondo, aquello que te das cuenta proviene de tu Yo Superior, del ser más elevado de ti mismo que ha elegido aquello que le has pedido como ser racional y terrenal.

Las señales son como un destello de luz en un camino oscuro. Si no existieran, probablemente no sabríamos hacia donde ir y no veríamos nuestro caminar.

Cuando se te da luz para que veas claro, es porque tú la has pedido. Acéptala y sigue aquello que te indica porque es para tu mayor bien y tu plena felicidad. ¿De qué sirve pedir una llave para abrir una puerta que sabes que te permitirá conseguir aquello que quieres, si cuando la tienes no la quieres hacer servir?

Hay muchas personas que tienen miedo y resistencias a hacer caso a lo que se le está mostrando. Su pasado les pesa demasiado y no quieren sufrir más. Las señales aparecen a cada intencionalidad nuestra, a cada paso que damos.

Son nuestras aliadas y la respuesta adecuada procedentes de la Fuente de toda Sabiduría existente manifestada a través de la forma. Esto son las señales.

Estas siempre aparecen para nuestro mayor bien y son la llave para llegar a manifestar nuestra divinidad. Cuanto más les hagamos caso, más fluiremos por la vida y más puertas, con más facilidades, se nos abrirán.

Son el cartel que nos indica qué dirección debemos de seguir en medio de un cruce de caminos. Si no les hacemos caso, nos quedaremos bloqueados y quietos en nuestra vida hasta que tomemos la decisión de aceptarlas y librarnos a ellas.

Las señales son nuestra voz interior, esta sabiduría que todos llevamos dentro, materializando nuestros deseos, nuestra voluntad. Las señales nos llevan a nuestra plena realización.
Tú tienes la llave para abrir esta puerta, donde detrás de ella, se encuentra justo aquello que has pedido. ¿Por qué no te liberas de los miedos y muestras al ser valiente que eres, consiguiendo tus anhelos?

Cuanto más hagamos caso de las señales que la vida nos da, antes conseguiremos ser nosotros y materializar en nuestra vida nuestros objetivos y deseos. Queremos y queremos, y cuando se nos da, lo rechazamos porque porqué no nos atrevemos a hacerles caso o las negamos.
Estamos constantemente rodeados de señales que nos indican el camino a seguir, pero el ser humano ignora lo que se le da, que es todo.

Queremos tener una visión clara de lo que hacer, y cuando se encuentra ante nosotros, la negamos. Queremos saber qué hacer en la vida, o qué decisión tomar, y cuando se nos da, la ignoramos.

Dejemos de tener miedo para seguir aquello que la vida nos indica para hacer y nuestro mayor bien.

Se nos da y muchas veces estamos distraídos.
Se nos ofrece y a menudo lo negamos.
Se nos muestra de una manera evidente el camino a seguir, y nosotros decimos: ¡No!.

Entonces nos quejamos y nos rodeamos de más dolor al pensar que la vida no me da aquello que le pido. ¡Ya lo creo que nos lo da, pero eres tú quien lo niegas! ¡Perdemos tanto tiempo y energía negando lo que es!

Ser feliz es fácil, solo es necesario fluir y seguir las directrices que la vida te muestra facilitando tu avance. Cuando hacemos caso a las señales que ésta nos da, todo va bien, y solo alegría y gozo por vivir se manifiesta en nosotros. Seguir las señales es de valientes y sabios. Negar lo que se te muestra ante ti es la actitud de nuestros miedos y de tu mente enraizada en un pasado.

Se nos quiere facilitar nuestra vida. No estamos solos, pero hemos de estar abiertos y predispuestos a seguir la dirección que se nos indica para nuestro mayor bien y nuestra plena manifestación divina.

Siguiendo las señales te llevará a la sabiduría y a disfrutar de la vida como no lo has hecho hasta ahora. Todo es sencillo, llano.

Te invito a que la vida te sonría y puedas sentir tu divinidad, y como las puertas se van abriendo debido al amor que se irá manifestando cada vez más en ti.

Sigues las señales que la vida te da, y deja de pensar, de querer controlarlo todo, porque aquello que quieres saber ya se encuentra ante ti. Ábrete, observa y acepta. Después, se necesitará ser valiente para llevar a término aquello que se te ha mostrado para ti. Tu tesoro se encuentra detrás de la puerta que se encuentra cerrada. Tú tienes la llave. Atrévete a abrirla y disfruta de todo aquello que la vida te regala.

Eres un ser amado, velado y guiado por el mundo de la Luz, Uno con tu divinidad.
Confía y déjate ir para conseguir tus mayores ideales. La vida te lo da a través de las señales. Síguelas y llegarás a ellos.

Que el Amor y la Paz sean en ti.

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El valioso tiempo de los maduros...


Mensaje de Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño).

"Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora....
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada..
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa....
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas....
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí.... tengo prisa... por vivir con la intensidad, que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan...
Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás...”

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Deseos de vida


Si pudiéramos nacer a nuestro corazón y comprender que esto no es un asunto de poesía o de romanticismo. Cuando haces lo que haces de corazón, tu acción tiene sentido y tiene efecto, y te conduce a la realización.

Tus actos nacen de tus actitudes. Y tus actitudes nacen de tus sentimientos, y tus sentimientos nacen de tus pensamientos; así como piensas en tu corazón, así eres tú. Y si pudiéramos cambiar nuestra forma de pensar, si en un segundo mágico cambiáramos la forma de concebirnos a nosotros mismos, y si pudiéramos comprender que la causa de la guerra sólo es la ignorancia, y que no hay seres humanos malos, sólo seres humanos que ignoran su condición humana.
Si pudiéramos unir nuestro pensar, nuestro sentir y nuestro actuar para darles coherencia, y en esa coherencia pudiéramos, como cristales, dejar pasar la luz de la creación que está pasando a través de nosotros, y unirnos al gran canto de la creación. Si pudiéramos escuchar en silencio la sinfonía interior, la sinfonía de un dios, que no es un dios ajeno o externo, ni un dios castigador, sino un dios que es luz y amor al interior.

Si pudiéramos abrazarnos nosotros a esa religión universal del amor, y que el amor pudiera convertirse en nuestra genuina religión; si pudiéramos entrar en el territorio de la pausa para comprender que la pausa es la paz , que la pausa es la madre de todos los ritmos, de todos los sonidos -las palabras, los pensamientos, las acciones… han sido paridos por el silencio- si pudiéramos un día renunciar a lo que nos sobra para reconocer que aquello que nos sobra es precisamente una evidencia de lo que nos falta. Que eso que llamamos nuestra riqueza muchas veces es nuestra mayor pobreza. Si pudiéramos disfrutar de la mayor de las sabidurías, la de nuestra ignorancia, para entrar en ese sendero sagrado del aprendizaje y de veras vivir. Pero sobre todo, si nos pudiéramos bajar del pedestal del orgullo para ignorar nuestra sabiduría y seguir aprendiendo.

Y, por último, si pudiéramos disfrutar y poner la felicidad en la ecuación de la vida, saber que una vida sin alegría no vale la pena vivirse. La alegría, que es la emoción que a través de una corriente de levedad te conduce a la libertad, con responsabilidad e interdependencia, es el fruto de la paz.

Si todo esto pudiera ser posible hoy….es porque hemos re-comenzado a vivir la vida!!

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